“La Melinguera” bordó una obra clásica, divertida y atemporal bajo una excelente dirección.
La compañía de teatro barbastrense presentó “Eloísa está debajo de un almendro”, de Jardiel Poncela el pasado viernes en el Centro de Congresos y Exposiciones de Barbastro
José Antonio Albero. Barbastro
El grupo “La Melinguera” nos sorprende gratamente cada cierto tiempo con la puesta en escena de una nueva obra de teatro. En esta ocasión, el pasado viernes 14 de diciembre, representaron en el Centro de Congresos de Barbastro “Eloisa está debajo de un almendro” de Jardiel Poncela. Escrita y estrenada en 1940, es una obra “mayor” en cuanto a duración y complejidad para la puesta en escena, y tal vez la más conocida del autor. Los diálogos son largos y, a pesar de que domina el humor, alternan momentos hilarantes con otros de tensión y dramatismo. Esos cambios de registro es el reto más difícil al que se enfrentan los actores, pero salen bien parados de él, lo que deja a las claras algo que normalmente queda oculto, y es una buena labor de dirección.
La obra es coral, y aunque hay unos personajes con más peso, los papeles que llamaríamos secundarios dan un contrapunto necesario y muy interesante, animando la trama con sus apariciones en escena. Excelente ha sido la elección del reparto, los actores interpretan muy bien a los personajes, con registros muy logrados.
La obra es compleja y en algún momento la acción se frena en diálogos extensos en los que se trata de explicar hechos ocurridos fuera de escena que el espectador desconoce, pero que dan sentido a lo que presenciamos, desde el caótico y rico decorado hasta la locura de los protagonistas. La decoración del primer acto, con la acumulación de muebles creando un laberinto por el que deambulan unos y otros, es un reflejo de la locura de los inquilinos de la casa. El segundo acto se desarrolla en un ambiente sobrio y efectista para subrayar el misterio.
Quienes acudimos a la representación pasamos un buen rato, disfrutando de una obra divertida y que a pesar de su antigüedad se mantiene actual, pues más que sobre los hechos se localiza sobre la psicología de los personajes. Los actores se enfrentaban a un doble reto: el de siendo aficionados representar una obra difícil, y además hacerlo en “casa”, ante un público que los conocía. Creo sinceramente que pasaron la prueba con muy buena nota, algunos papeles estaban bordados, los detalles de la puesta en escena estaban muy cuidados (muy bien también el vestuario) y no hubo nada discordante (algo que sería perfectamente perdonable entre aficionados). En fin, que la suma del esfuerzo e interés de todo el grupo consiguieron el éxito. ¡Enhorabuena!
La compañía de teatro barbastrense presentó “Eloísa está debajo de un almendro”, de Jardiel Poncela el pasado viernes en el Centro de Congresos y Exposiciones de Barbastro
José Antonio Albero. Barbastro
El grupo “La Melinguera” nos sorprende gratamente cada cierto tiempo con la puesta en escena de una nueva obra de teatro. En esta ocasión, el pasado viernes 14 de diciembre, representaron en el Centro de Congresos de Barbastro “Eloisa está debajo de un almendro” de Jardiel Poncela. Escrita y estrenada en 1940, es una obra “mayor” en cuanto a duración y complejidad para la puesta en escena, y tal vez la más conocida del autor. Los diálogos son largos y, a pesar de que domina el humor, alternan momentos hilarantes con otros de tensión y dramatismo. Esos cambios de registro es el reto más difícil al que se enfrentan los actores, pero salen bien parados de él, lo que deja a las claras algo que normalmente queda oculto, y es una buena labor de dirección.
La obra es coral, y aunque hay unos personajes con más peso, los papeles que llamaríamos secundarios dan un contrapunto necesario y muy interesante, animando la trama con sus apariciones en escena. Excelente ha sido la elección del reparto, los actores interpretan muy bien a los personajes, con registros muy logrados.
La obra es compleja y en algún momento la acción se frena en diálogos extensos en los que se trata de explicar hechos ocurridos fuera de escena que el espectador desconoce, pero que dan sentido a lo que presenciamos, desde el caótico y rico decorado hasta la locura de los protagonistas. La decoración del primer acto, con la acumulación de muebles creando un laberinto por el que deambulan unos y otros, es un reflejo de la locura de los inquilinos de la casa. El segundo acto se desarrolla en un ambiente sobrio y efectista para subrayar el misterio.
Quienes acudimos a la representación pasamos un buen rato, disfrutando de una obra divertida y que a pesar de su antigüedad se mantiene actual, pues más que sobre los hechos se localiza sobre la psicología de los personajes. Los actores se enfrentaban a un doble reto: el de siendo aficionados representar una obra difícil, y además hacerlo en “casa”, ante un público que los conocía. Creo sinceramente que pasaron la prueba con muy buena nota, algunos papeles estaban bordados, los detalles de la puesta en escena estaban muy cuidados (muy bien también el vestuario) y no hubo nada discordante (algo que sería perfectamente perdonable entre aficionados). En fin, que la suma del esfuerzo e interés de todo el grupo consiguieron el éxito. ¡Enhorabuena!
José Antonio Albero. Barbastro
Ronda Somontano (Revista Digital)
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